20 de febrero de 2024
Aquí dejamos un resumen de nuestra selección de las noticias más relevantes de la semana pasada sobre el agua en Chile y el mundo.
La escasez de agua en Chile y el mundo obliga a replantear la forma en que se ha venido explotando este recurso en los últimos años. En este nuevo escenario, el agua debiera retomar la importancia que le atribuían antiguas culturas: ser concebida como un recurso básico para la supervivencia y ser gestionado de manera estratégica como un bien económico escaso de creciente valor, sin perder de vista el enfoque en derechos humanos que conlleva su uso y disfrute.
Este escenario presenta desafíos significativos que requieren medidas inmediatas y una acción coordinada a nivel gubernamental, comunitario y empresarial.
En el caso de nuestro país, uno de los principales desafíos radica en el cambio climático. La disminución de las precipitaciones, el aumento de las temperaturas y la pérdida de glaciares afectan directamente la disponibilidad de agua. La necesidad de adaptarse a estos cambios y desarrollar estrategias de gestión sostenible se vuelve imperativa para asegurar el suministro a largo plazo.
La sobreexplotación es otro desafío crítico. La expansión de la agricultura, la minería y la urbanización han llevado a un aumento en la demanda de recursos hídricos, agotando fuentes superficiales y acuíferos. Es esencial implementar medidas que promuevan el uso eficiente del agua, fomentando prácticas agrícolas sostenibles, tecnologías de riego eficientes y la reutilización.
La gestión fragmentada y la falta de coordinación entre los organismos encargados de la administración del agua representan un obstáculo significativo, frente al cual a modificación al Código de Aguas de 2022 fue un paso importante. No obstante, aún la institucionalidad necesita ser revisada y fortalecida, para integrar una visión integral y promover la colaboración entre entidades gubernamentales, comunidades locales y el sector privado, que en nuestro país ha sido exitoso, como se verifica en estos 25 años de asociación pública-privada para el sistema sanitario.
Asimismo, existe consenso en que Chile requiere nueva infraestructura de cara a nuestras necesidades: obras como embalses multipropósito, de acuerdo con cada cuenca, o plantas de desalación podrían ser vitales, además de redes para el riego de distintas dimensiones.
La desigualdad en el acceso al agua es un desafío social crítico. En algunas regiones, comunidades rurales enfrentan dificultades para acceder al agua potable, mientras que en zonas urbanas se evidencian problemas de escasez y calidad del agua. La equidad en el acceso y distribución del recurso debe ser una prioridad, asegurando que todas las personas gocen de un acceso adecuado y justo.
La contaminación hídrica, tanto superficial como subterránea, representa una amenaza creciente. Vertidos industriales, agricultura intensiva y descargas domésticas contribuyen a la degradación de la calidad del agua. La implementación de regulaciones más estrictas, tecnologías de tratamiento avanzadas y la generación de una conciencia pública son fundamentales para preservar la calidad del agua y proteger los ecosistemas acuáticos.
Enfrentar la crisis hídrica en Chile demanda un esfuerzo integral y coordinado. La revisión de políticas, la promoción de prácticas sostenibles, la inversión en infraestructuras resilientes y la participación ciudadana son clave para superar estos desafíos.
Fuente: Diario Financiero
Sequía y sistemas de riegos más eficientes. Son algunos de los desafíos a los que se enfrentan los productores chilenos este año. De acuerdo con el último reporte del Departamento de Agricultura de EEUU (USDA) los productores agrícolas ven la sequía como un problema estructural y reconocen la necesidad de adaptarse a ella haciendo más eficientes los sistemas de riego.
Según la entidad, los productores están invirtiendo en su propia infraestructura de almacenamiento de agua e incorporando tecnología en sus sistemas de producción. Sin embargo, 2023 marcó un posible final de la sequía gracias a los altos niveles de precipitaciones en el centro y sur del país. En la mayoría de las estaciones meteorológicas de las regiones de la zona central y sur se registró un superávit en comparación con los años anteriores a la sequía.
De acuerdo con USDA la sequía sigue siendo grave en el norte; como en las regiones de Atacama y Coquimbo, la cual registró menos precipitaciones de lo normal en 2023. Además, hasta enero de 2024, la mayoría de los grandes embalses de agua del norte del país acumularon menos agua que su promedio histórico y mantienen volúmenes inferiores al 10% de su capacidad.
El valle de Copiapó, en la región de Atacama, está especializado en la producción de uva de mesa para la exportación. En tanto, la región de Coquimbo también esta focalizada en la producción de uva de mesa y cuenta con una producción adicional de cítricos. Las regiones de Coquimbo y Atacama representan el 17% y el 14% de la superficie plantada con uva de mesa, respectivamente
Según USDA, la superficie plantada de uva de mesa está disminuyendo; pasó de 53.851 hectáreas en la temporada 2011-2012 a 43.025 hectáreas en la campaña 2022-2024. USDA explicó que la superficie plantada de uva de mesa cayó significativamente en todas las regiones, incluyendo Atacama y Coquimbo.
El fin de la desaceleración económica y alza del PIB agrícola En 2023, el PIB de Chile se mantuvo estancado con un crecimiento del 0,0% debido a una disminución del consumo interno, en línea con la desaceleración económica mundial, según el Banco Central.
Para 2024, el Banco Central proyectó una recuperación de la actividad económica y un aumento del PIB de entre el 1,25% y el 2,25% impulsado por la recuperación del consumo. En 2025, se espera que la economía se recupere aún más y el PIB crezca entre un 2,0% y un 3,0%.
Desde 2017, el PIB agrícola aumentó significativamente, alcanzando US$ 28,9 mil millones en 2023. El subsector más relevante y dinámico dentro de los productos agrícolas fue impulsado por industrias como el salmón, el vino y los alimentos procesados.
Inflación: Alza de costos en a la agricultura La inflación de Chile creció en 2021 y 2022 y su principal motor fue un alza del consumo empujado por una mayor disponibilidad de renta disponible. La tendencia fue similar en el sector agrícola, que experimentó una fuerte demanda y aumento de los precios de los insumos agrícolas importados, como fertilizantes y pesticidas.
Hasta diciembre de 2021, la tasa de interés de Chile se mantuvo por debajo del 4,0 %. Para controlar la inflación, el Banco Central de Chile comenzó a aumentar la tasa de interés y, en noviembre de 2022, la tasa de interés se ubicó 11,2%. Como consecuencia de esta subida, creció el costo del crédito para los productores agrícolas, lo que afectó el acceso a préstamos y por ende la inversión en agricultura.
La tasa de interés se mantuvo alta hasta agosto de 2023, cuando el Banco Central empezó a reducirlos gradualmente a medida que la inflación disminuyó. En diciembre de 2023, la inflación se redujo al 3,9%. El Banco Central busca reducir aún más la inflación hasta el 3,0% a mediados de 2024.Esto permitirá a los agricultores aumentar su acceso al crédito y fortalecer sus inversiones en agricultura.
Respecto al tipo de cambio, USDA detalló que el dólar estadounidense se mantiene fuerte frente al peso chileno, lo que favorece los ingresos de los exportadores. Sin embargo, esto también se tradujo en un aumento de costos de los insumos agrícolas, como los productos químicos maquinaria, semillas y plantas, entre otros .En consecuencia, los márgenes no aumentan necesariamente, mientras que la inflación sí lo hace.
Fuente: Simfruit.cl
La sequía golpea con fuerza a la Región de Coquimbo. En ese complejo escenario, que se arrastra desde hace casi dos décadas, los municipios de La Serena y Coquimbo, junto a Sernatur y Aguas del Valle, insistieron ayer en la importancia del consumo responsable del agua potable.
La zona enfrenta en estas semanas un importante aumento de turistas, lo que se ha visto reflejado en el alza de las reservas hoteleras en febrero, mientras los recursos hídricos siguen disminuyendo.
El subgerente zonal de la sanitaria, Juan Pablo Jacob, afirmó que “nuestra región está atravesando una sequía extrema, con nulas lluvias en el invierno. Los embalses se encuentran con déficit y esto se suma a un verano que ha tenido temperaturas históricas, por lo que la situación es crítica y cada gota cuenta”.
El ejecutivo dijo que “en la época estival el consumo promedio de agua potable sube en un 14%, cifra que es aún mayor en zonas como Los Vilos, Guanaqueros o el Valle de Elqui. Es esencial recordar la importancia de cuidar el agua; por eso hacemos un llamado a los vecinos y turistas a hacer un uso responsable del suministro”.
De la misma manera, el alcalde de La Serena, Roberto Jacob, afirmó: “Tenemos una sequía que se extiende por años y cada vez se hace más crítica; por lo tanto, el llamado para los turistas y los habitantes de la zona es que debemos cuidar el agua. Tenemos que tomar conciencia y cuidar el agua de verdad”, indicó.
Para la directora regional de Sernatur, Angélica Funes, “hemos visto un repunte en la llegada de visitantes y también en las pernoctaciones. Febrero es el mes de las vacaciones de todos los chilenos, y uno de los destinos más importantes es nuestra región. Solicitamos a cada uno de ellos, y también a los habitantes de la región, cuidar este recurso tan importante que es el agua”.
En representación del municipio de Coquimbo, el director de Medio Ambiente, Pedro Véliz, señaló que “si vamos a arrendar una cabaña o un departamento, cuidemos el agua, porque muchas veces nos despreocupamos de esas cosas. Estamos realmente en una crisis, por lo que el llamado es a ser responsables con el consumo”.
El plan de Aguas del Valle considera un refuerzo del monitoreo en tiempo real de los niveles de regulación de los estanques, caudales y presiones, a través del Centro de Inteligencia Operacional, lo que permite ajustar la operación ante la evolución del consumo. A eso se suma la revisión permanente de las instalaciones y sistemas, tanto de producción como de tratamiento, además del mantenimiento preventivo de los equipos de respaldo eléctrico.
Buen uso El llamado es a un uso moderado y consciente del recurso hídrico, instando a implementar acciones que eviten el desperdicio innecesario del líquido potable.
Entre los consejos para este verano están: comprobar que la vivienda no tenga pérdidas o fugas, tomar duchas breves y evitar el riego en horas de más calor.
Según comentó a comienzos de año la gobernadora, Krist Naranjo (Ind.), “la crisis hídrica se está agudizando en nuestra región, principalmente en sectores del Limarí”.
En medio de este complejo escenario, el 19 de diciembre, la Contraloría tomó razón de la solicitud emitida por el Ministerio del Interior y extendió por un año la vigencia del decreto de zona de catástrofe.
“Vamos a trabajar una serie de acciones y lineamientos para abordar la emergencia hídrica que estamos viviendo, que es muy compleja, y vamos a seguir abordándola con la misma energía para salir adelante”, indicó en su momento el delegado presidencial, Galo Luna (PC).
Fuente: El Mercurio
En Plaza Regional de Poderyliderazgo.cl la ecologista señaló que hace falta legislación para proteger los glaciares, reconoce avances en materia ambiental con la Ley Marco de Cambio Climático, la de Biodiversidad y la reforma al Código de Aguas.
“El principal problema que afecta a Chile es la inseguridad hídrica” señaló la ecologista Sara Larraín en el programa streaming #PlazaRegional, especificando que es una situación que no solo afecta al norte del país “tenemos un problema serio de agua, yo diría que hasta Chiloé. Este año estamos un poquito más aliviados porque llovió más y hay mayor reservas hídricas”.
Larraín, que conversó por 30 minutos con Poderyliderazgo.cl, explicó que “Con esta mega sequía y el cambio climático sumados, ha implicado una tremenda situación de sequía con aumentos de temperaturas, lo que ha sido devastador para los ecosistemas particularmente a los vegetales, el bosque esclerófilo de la zona central, el bosque templado valdiviano, etcétera”.
Desde la mirada de la ecologista esto además ha afectado el valor de los alimentos “por la tecnificación del riego, donde hay que bombear hay que pagar cuentas de luz, etcétera (…) en los campos está haciendo bien difícil que los trabajadores puedan trabajar a partir de mediodía porque la situación es bastante insostenible por las temperaturas”.
Siempre en la emergencia hídrica recordó que legislativamente no se ha innovado, por ejemplo en la protección de las montañas y glaciares “desde la época Pascua Lama, en 2005, no hay una ley de protección de glaciares, que son como nuestras reservas estratégicas de agua dulce en forma de hielo que van alimentando los ríos particularmente los años donde hay menos nieve acumulada”, señaló Larraín. Situación a la cual, según la excandidata presidencial, se exacerba con los incendios forestales.
Larraín también trajo a colación que estas olas de calor traen consigo grandes problemas para las ciudades “Las olas de calor, hoy día particularmente en las grandes ciudades, están afectando la salud de la población, particularmente los niños y adultos mayores”.
¿Qué deben hacer los gobiernos, en su calidad de Estado, ante estas situaciones? ¿Cómo evalúa lo que se ha realizado hasta el minuto?.
“Ha habido avances en nuevas leyes que abordan el tema, o sea, tenemos una ley marco de cambio climático. Esperamos que se implemente, porque esa ley podría dar estrategias por cuenca, también acelerar la descarbonización y tener una matriz más limpia. También hay compromisos de reforestación y de restauración a escala de paisaje, es decir, en esa ley habría muchos de los elementos que necesitamos para hacerle frente a este problema, que es una tendencia que llegó para quedarse y que si no reducimos el consumo de combustibles fósiles a nivel mundial no va a ser más que agravarse”.
La ecologista resaltó además que “Tenemos una reforma al Código de agua en los cuales hay protección de cuencas donde se señala que debieran protegerse los glaciares. Tenemos una Ley de Biodiversidad que promulgó este gobierno y esperamos que el Parlamento apruebe presupuestos contundentes para poder implementar estas leyes”.
Fuente: Poderyliderazgo.cl
A comienzos de los años 80, el glaciar Yanamarey, ubicado en la Cordillera Blanca, Áncash, todavía lucía una cobertura de hielo y nieve a lo largo de varios kilómetros de sus laderas. Una década después ya la extensión de su superficie helada empezaba a reducirse. Y década a década, el hielo ha ido desapareciendo y dejado a la vista cada vez más su cuerpo de roca sólida. Hoy apenas tiene pequeñas manchas de hielo y es un glaciar agónico, condenado a desaparecer en unos cuantos años.
La misma suerte le espera a otros glaciares que se encuentran por debajo de los 5.500 metros de altura. Uno de ellos, por ejemplo, es el conocido nevado Pastoruri, cuya degradación no ha parado desde los años 80 y que en 2007 sufrió la ruptura de su casquete helado, y hoy está dividido en dos zonas de superficie glaciar que lentamente van desapareciendo. Desde los años 80 hasta el 2020, el hielo que lo cubría ha retrocedido unos 650 metros.
Un estudio del Instituto del Bien Común (IBC), presentado esta semana, señala que entre 1985 y 2022 se han perdido 94.500 hectáreas de superficie glaciar, equivalente al 47,7 % de su extensión en 1985, por efectos del calentamiento global. Es decir, el Perú ha perdido casi la mitad de sus glaciares en los últimos 40 años. Y si continúa esta tendencia climática, el resto de montañas nevadas también desaparecerá en los próximos 30 años.
“Si las actividades humanas siguen alentando el calentamiento global, se va a perder lo que queda y las próximas generaciones no conocerán los glaciares. Como ha pasado en Colombia o Venezuela, donde sólo hay cimas con pedazos de hielo. Lo que quedará son montañas con nieve estacional un tiempo y sin nada en otra época del año”, explica Efraín Turpo, especialista en monitoreo de glaciares del IBF.
Otro glaciar peruano importante que está degradándose rápidamente es el Quelccaya, en la cordillera del Vilcanota, Cusco. Es el glaciar tropical más grande del mundo. Sin embargo, su área de hielo, que en 1988 se extendía por unos 58 kilómetros cuadrados, en el 2023 ya solo abarcaba algo más de 40 kilómetros cuadrados, según imágenes satelitales.
¿Cuál es la importancia de los glaciares? Como dicen los expertos, son reservorios de agua sólida. Su deshielo en épocas secas alimenta numerosas lagunas y estas, a su vez, generan bofedales, humedales, pastizales y acaba en ríos que proporcionan agua a la población cercana y a veces a grandes ciudades. “La reducción de los glaciares afecta el abastecimiento del recurso hídrico, principalmente en comunidades altoandinas”, alerta Renzo Piana, director del Instituto del Bien Común. Perderlos es perder el agua a futuro.
Agua para mañana Hoy los glaciares son un buen indicador de los efectos del cambio climático. Todas las montañas que se van derritiendo año a año generan lagunas de origen glacial. Estas aumentan su volumen en épocas de deshielo, pero podrían desbordarse si el agua que reciben es demasiada. Esa situación se da mucho en la Cordillera Blanca por el calentamiento actual. Ahí hay un permanente monitoreo de lagunas.
“Los glaciares cumplen varias funciones. Una de ellas es la regulación del régimen hidrológico de las cuencas. En época de lluvias acumulan hielo, nieve. En época seca se derriten, y proveen agua. Cuando ya no existan, el régimen hidrológico de los ríos va a cambiar. Solo van a tener agua en época de lluvia, y muy poca en época seca. La flora, fauna y pueblos se afectarán. Muchas comunidades y ciudades sufrirán escasez de agua, cosa que ya sufre Huaraz, por ejemplo. Los glaciares están en el origen de la generación de agua. Por eso son importantes”, precisa Efraín Turpo, del IBC.
La escasez de agua que puede venir con la desaparición total de los glaciares peruanos traerá problemas de índole económica, social, incluso cultural.
“Con el deshielo acelerado habrá un tiempo de abundancia de agua y luego ya no. Las actividades agrícolas y de pastoreo tendrán problemas si desaparecen bofedales y pastizales de altura. Incluso el turismo de montaña en Áncash o Cusco y otras regiones se verá afectado. Celebraciones como el Qoyllur Riti, en Cusco, o el Allin Capa, en Puno, que celebran a esos nevados como sus Apus, perderían sentido sin la presencia del hielo”, comenta Turpo. Incluso proyectos como Chavimochic dependen del agua de la Cordillera Blanca.
El Instituto del Bien Común (IBC) ha hecho un seguimiento de este fenómeno desde el año 1985 hasta 2022, a través de la plataforma MapBiomas Perú, una herramienta de monitoreo satelital sobre el cambio de usos de suelo y superficies de agua en nuestro país. “El Perú ha experimentado en las últimas cuatro décadas drásticos cambios en su territorio, que impactan los ecosistemas naturales y medios de vida de la población urbana y rural”, dice Renzo Piana, su director.
Otro problema del deshielo de los glaciares es que, cuando las montañas quedan expuestas, los componentes metálicos que contienen contaminan el agua de lagunas cercanas y de los ríos que alimentan, en un proceso que se conoce como “acidificación”. La desaparición de estas montañas nevadas y sus efectos no son un problema del futuro, sino que ya lo estamos sufriendo.
¿Qué hacer entonces? Para Efraín Turpo se puede hacer muy poco —porque se trata de un fenómeno global—, a menos que haya cambios drásticos en la actividad humana y en los acuerdos climáticos. “Lo que debemos hacer es adaptarnos para no tener una crisis hídrica en los años que vienen. Por ejemplo, aprovechar las lluvias con reservorios, hacer cosecha de agua, actividades de reforestación, generar represas pequeñas, mantener las lagunas limpias. El Titicaca, cada vez más contaminado, es lo que no se debe hacer”, dice. El Perú todavía es un territorio con muchísimos cuerpos de agua, pero en épocas de cambio climático debemos empezar a pensar en cómo hacer para poder contar siempre con ellos.
MapBiomas: plataforma para monitorear el territorio peruano La plataforma MapBiomas Perú hace un seguimiento de todo el territorio peruano a través de un mapeo satelital y registra los cambios que se dan en los Andes, la Amazonía, el desierto costero y el bosque seco ecuatorial. En su informe también señalan que se han perdido 4,1 millones de hectáreas de vegetación natural (4% de su extensión inicial), incluyendo ecosistemas de bosques, matorrales, herbazales, pastizales y manglares. Estos cambios están asociados a la expansión de actividades agropecuarias, minería, acuicultura e infraestructura, que al 2022 han aumentado en 4,2 millones de hectáreas.
Otros hallazgos revelan que la Amazonía peruana presenta, en los últimos 38 años, una pérdida de 2,64 millones de hectáreas de vegetación, equivalentes al 3,6%. En cuanto al bosque seco ecuatorial, vital para la población de la costa norte del país, registra para el mismo periodo una pérdida del 5,1% de su extensión. Esta iniciativa del IBC en colaboración con las redes MapBiomas y RAISG aporta a la planificación territorial, la conservación de bosques y la prevención de desastres.
Fuente: Larepublica.pe
El agua, fuente vital de la vida en la Tierra, es un recurso imprescindible para el desarrollo humano y económico. Sin embargo, en la actualidad, nos enfrentamos a una creciente crisis hídrica que amenaza la sostenibilidad de nuestras sociedades, especialmente en las grandes ciudades.
La escasez de agua potable, la sobreexplotación de los recursos y el cambio climático son factores clave que contribuyen a esta problemática global.
La crisis hídrica se refiere a la situación en la que la demanda de agua excede la oferta disponible, lo que resulta en escasez para satisfacer las necesidades básicas de la población y para mantener los ecosistemas acuáticos saludables. Esta crisis no solo se limita a la falta de acceso al agua, sino también a la calidad del recurso disponible.
Las grandes ciudades enfrentan desafíos únicos en relación con la gestión del agua debido a su alta densidad poblacional y demanda concentrada. La urbanización rápida y descontrolada, junto con prácticas de consumo insostenibles, agravan la escasez en áreas urbanas.
La escasez de agua potable puede generar tensiones y conflictos tanto a nivel local como internacional.
En el ámbito local, la competencia por el acceso a este recurso entre diferentes sectores, como la agricultura, la industria y los hogares, puede intensificarse, lo que lleva a disputas y tensiones sociales.
A nivel internacional, esta situación puede provocar conflictos entre países que comparten cuencas hidrográficas transfronterizas, pues su gestión y uso compartido sería fuente de disputa y tensión geopolítica.
Fuente: Laverdadnoticias.com
La devastadora sequía en la cuenca del río Amazonas sobre la que la NOAA escribió en octubre ha continuado hasta el invierno en el hemisferio norte, el corazón de la temporada de lluvias en la parte sur de la cuenca. La sequía está privando a las comunidades rurales y ribereñas del suministro de alimentos, de los mercados para sus cultivos y de los servicios de salud. Además, está provocando apagones eléctricos debido a interrupciones en la energía hidroeléctrica, y forzando el racionamiento del agua en algunas zonas urbanas.
Tal y como informó NOAA en octubre, las sequías son comunes en el Amazonas durante El Niño, un patrón climático natural que calienta el Océano Pacífico centro-oriental cerca del ecuador. Junto con el calentamiento de los océanos, vienen cambios en las partes de los trópicos que reciben la mayor cantidad de lluvia. Los detalles varían entre distintos episodios de El Niño, pero el Amazonas es generalmente uno de los que pierden precipitaciones, y el actual El Niño es uno de los más fuertes. En 2023, sin embargo, la escasez de lluvias también se sumará al calor extremo, que intensifica la evaporación y el secado del suelo.
Basándose en análisis preliminares de observaciones y simulaciones de modelos informáticos, un equipo de expertos del proyecto World Weather Attribution ha llegado a la conclusión de que el calentamiento global causado por el hombre jugó un papel significativamente mayor que El Niño en la intensificación de la sequía amazónica de 2023. En comparación con un mundo donde el calentamiento global no hubiera ocurrido, los modelos estiman que el mundo más cálido de hoy duplican los déficits de precipitación (“sequía meteorológica”) que podrían haberse esperado solo de El Niño, pero incluso ese impacto fue pequeño en comparación con la forma en que se amplificó el aumento de las temperaturas. La sequía habría sido “severa” sin el calentamiento global, pero el aumento a largo plazo de las temperaturas la intensificó en dos categorías, convirtiendo la sequía de 2023 en una sequía “excepcional” que se ha convertido en la peor registrada.
La investigación aún no ha sido revisada por pares (el proceso mediante el cual varios expertos critican los métodos, resultados y conclusiones de un estudio antes de que se publique un artículo en una revista científica). Sin embargo, el equipo utilizó métodos que previamente aprobados por esta revisión: usar observaciones para describir la variabilidad de la sequía a lo largo del tiempo y detectar tendencias, identificar modelos climáticos/del sistema terrestre que simulen de manera realista las precipitaciones y sequías del Amazonas, y luego comparar la frecuencia e intensidad de sequías como la actual en dos mundos simulados: uno con y otro sin global. calentamiento. (Muchos análisis de “respuesta rápida” que utilizan estos métodos se publican en revistas revisadas por pares, como su análisis de la ola de calor de 2021 en el noroeste del Pacífico y su análisis de las inundaciones récord en Luisiana en agosto de 2016).
Sequía amazónica en un mundo sin calentamiento global Las observaciones indican que la escasez de lluvia por sí sola (sequía meteorológica) hizo que una sequía como la de 2023 fuera un evento que ocurre una vez cada 100 años, tan raro que solo tiene un 1% de posibilidades de ocurrir cada año. A menudo, se malinterpreta que los intervalos de retorno significan que tales eventos siempre tendrán exactamente una diferencia de tantos años, pero el intervalo es un promedio durante largos períodos de tiempo. En las simulaciones de un mundo sin calentamiento global, sequías tan graves como el evento de 2023 fueron 10 veces menos frecuente en promedio.
Cuando los científicos tuvieron en cuenta el impacto combinado de la escasez de lluvias y la evaporación de la humedad del suelo impulsada por el calor ("sequía agrícola"), concluyeron que el intervalo de retorno de la sequía de 2023 en el clima actual estaba más cerca de 1 en 50, evento anual en promedio (lo que significa una probabilidad del 2% de que ocurra cada año). Semejante sequía fue 30 veces menos frecuente en las simulaciones del mundo sin calentamiento global.
La sequía y un futuro punto de inflexión en la Amazonía Los aumentos en la frecuencia e intensidad de las sequías informados por el equipo de World Weather Attribution se basan en el calentamiento global observado hasta la fecha, aproximadamente 1,2 ˚Celsius (2,2 ˚Fahrenheit) por encima del promedio preindustrial. De cara a un futuro en el que las emisiones de gases de efecto invernadero continúan aumentando a un ritmo elevado y el calentamiento global alcanza 2 ˚C (3,6 ˚F) por encima del nivel preindustrial, los modelos proyectan que sequías agrícolas tan intensas como la del evento de 2023 aumentarán en frecuencia en un factor adicional de 4, lo que les da un intervalo de retorno promedio de 10 a 15 años.
Un aumento tan espectacular en el intervalo de retorno de las sequías excepcionales acercaría aún más a la selva amazónica a lo que algunos ecologistas creen que puede ser un “punto de inflexión” en la Amazonía, más allá del cual la Amazonia se convertirá en una sabana. Al menos la mitad de la lluvia que cae sobre la cuenca del Amazonas es humedad reciclada que los propios árboles inhalan del suelo y devuelven a la atmósfera. A medida que la deforestación y los incendios degradan el bosque a lo largo de los bordes y los caminos, la capacidad del Amazonas para producir lluvia se debilita. Las estaciones secas se prolongan y el agua superficial disminuye. Los árboles maduros sucumben a las sequías y los nuevos no logran reemplazarlos. Estos cambios ya están ocurriendo a escala local en las partes sur y este de la cuenca del río Amazonas. Pasado cierto punto, los modelos proyectan que las grandes extensiones de selva tropical se convertirán rápidamente en un paisaje similar a una sabana.
¿Dónde está ese punto de inflexión? En un ensayo de 2018 en Science Advances, dos expertos en la Amazonía señalaron que muchos modelos proyectan que sin deforestación e incendios, no se alcanzaría un punto de inflexión en la Amazonía hasta que el calentamiento global supere los 4 ˚Celsius por encima del nivel preindustrial. Sin cambio climático, los modelos estimaron que se necesitarían tasas de deforestación de alrededor del 40% para empujar al Amazonas más allá de su punto de inflexión.
Individualmente, esos umbrales pueden estar muy lejos. Pero es muy probable que las “sinergias negativas” combinadas de múltiples impactos humanos (incendios, deforestación y cambio climático) reduzcan el umbral. En resumen, tal y como argumentaron los autores en un ensayo de seguimiento de 2019, el punto de inflexión puede estar mucho más cerca de lo que pensamos.
Mientras el mundo trabaja para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero y evitar un mayor calentamiento, lo necesario, dicen estos expertos, es no sólo frenar la deforestación, sino también reforestar áreas despejadas y degradadas en las partes sur y este del Amazonas. La reforestación ayudaría a restaurar la capacidad de reciclaje de humedad de la región y actuaría como amortiguador del calentamiento global hasta que el mundo alcance cero emisiones netas de gases de efecto invernadero.
Fuente: iagua.es
No nos llevemos a engaño: pese a que está pasando algo desapercibido a este lado del Atlántico, El Niño que estamos viviendo es uno de los más intensos que se han registrado. La buena noticia, sin embargo, es que va a durar poco: las aguas del Pacífico ecuatorial ya se están enfriando y, se espera que en cuestión de meses, volvamos a una situación de normalidad.
La mala es que La Niña puede estar a la vuelta de la esquina.
¿Qué es El Niño? Empecemos por lo básico. El Niño es un patrón natural asociado a eso, a la pérdida de fuerza de los vientos alíseos que refrescan el agua y el consecuente aumento de la temperatura de la superficie del océano en el centro y el este del Pacífico ecuatorial. Se trata de un fenómeno que se dura entre 9 y 12 meses y se repite en periodos de entre 2 y 7 años.
Es la parte más llamativa de lo que se conoce como la "Oscilación del Sur" porque suele vincularse a un incremento de las precipitaciones en algunas zonas del Cuerno de África, Asia Central y, sobre todo, América del Sur y el sur de EEUU. Además (y esto sí que afecta a todo el mundo) El Niño tiende a elevar las temperaturas globales de manera significativa.
El Niño aquí. Lo cierto es que los efectos de El Niño en España no son muy evidentes. Lo más interesante (y esto es clave) es que durante estos episodios se pone a España bajo la influencia de una circulación subtropical más intensa de lo normal. Es decir, si el anticiclón de las Azores no nos agua la fiesta, El Niño favorece la llegada de lluvias.
Pero lo que viene es La Niña. Según los informes, las probabilidades de que La Niña se instale entre nosotros en verano son bastante altas. Después de lo que hemos estado diciendo sobre El Niño, podría parecer que el fenómeno contrario es una buena noticia, pero en España nunca llueve a gusto de nadie.
La Niña nos afecta de dos maneras fundamentales: por un lado, esta suele relacionarse con otoños veraniegos ("ambiente más seco de lo normal y temperaturas superiores a las habituales") y, por el otro, con inviernos secos (salvo en el Mediterráneo; porque las DANAs no dejan de descolgarse).
A llover. El motivo es que la península deja de estar "bajo la influencia de la circulación subtropical" de la que hablaba antes, pero este patrón es el habitual. Y, en ese sentido, mucho tiene que llover en lo que nos queda de invierno-primavera para que una nueva La Niña no suponga un palo en las ruedas de la recuperación hídrica del país. Quizás mejore la cosa en el este, pero (en la medida en que no somos capaces de aprovechar bien el agua de las DANAs) tampoco demasiado.
¿El resumen? Que vienen curvas. El cuadro general es, en general, bastante desolador. Las temperaturas del mundo no dejan de subir y los océanos se están metiendo de cabeza en un territorio nunca visto: para ello, La Niña puede venir bien. Al fin y al cabo, un periodo de altas temperaturas demasiado largo es mucho más peligroso que tener un gigantesco "aire acondicionado" en mitad del Pacífico.
Sin embargo, la situación general del mundo es tan complicada que, en realidad, todo tiene costes. Costes que, nos gusten o no, cada vez son más grandes gracias al cambio climático.
¿Qué podemos esperar? En los próximos meses, pocos cambios. El patrón meteorológico que llevamos meses viendo en España (bloqueos anticiclónicos salvajes y breves periodos de borrascas profundas entrando en la Península) no se va a alterar a corto plazo. Pero después vendrá el verano y con él, La Niña.
Fuente: Xataka.com
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