
A continuación encontrarás una selección de las publicaciones más relevantes sobre los recursos hídricos en Chile de la semana de 22/08/2022.
Editorial DF: Propuesta constitucional (II): derechos de agua
En tiempos en que el cambio climático -un fenómeno estructural y no transitorio- pone en mayor evidencia el valor del agua como recurso, la propuesta constitucional de la Convención recoge una bien fundamentada preocupación por protegerla y por hacer más eficiente su gestión.
Sin ir más lejos, los peligros de su escasez han sido crudamente claros en la larga sequía que ha afectado al país durante años. Sin embargo, esto no necesariamente significa que las definiciones del texto constitucional en materia de derecho, uso y administración de las aguas sean las más conducentes a hacer efectiva esa valorable intención.
Así, por ejemplo, privilegiar constitucionalmente el uso humano parece acertado, al igual que aspectos preventivos como la protección de glaciares y humedales, entre otros espacios. Asimismo, es positivo que el texto se haga cargo de una crítica de larga data a la institucionalidad del agua en Chile, como es que son muchas las entidades y los organismos con competencias en la materia, lo que a menudo resulta en decisiones de política pública que, llevadas a la práctica, pueden ser contradictorias.
Con todo, la creación de una nueva Agencia Nacional del Agua, así como de un número indeterminado de Consejos de Cuenca -con su mandato de velar por un vago “uso razonable” del recurso-, arriesga burocratizar en exceso la administración de las aguas, contradiciendo el propósito original. Por otro lado, reconocer a los pueblos indígenas “el uso tradicional de las aguas” situadas en sus territorios (aún por definir), no sólo arriesga permitir un veto de uso discriminatorio respecto del resto de la población, sino también chocar con el objetivo constitucional de una gobernanza “participativa”.
Asimismo, el carácter de inapropiable e incomerciable del recurso -y el hecho de que el uso dependa de “autorizaciones”, y ya no de concesiones o derechos de aprovechamiento- deja sin respuesta a los actuales titulares. Estos y otros aspectos ameritan una nueva discusión a fondo en la etapa que se abra después del plebiscito del 4 de septiembre.
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https://www.df.cl/opinion/editorial/discusion-constitucional-ii-derechos-de-agua
Lluvias más intensas hacen prever que el árido desierto chileno volverá a florecer este año (25/08/22).
Las lluvias que cayeron este año en un invierno menos seco que lo acostumbrado, en medio de la persistente sequía que afecta al país, hacen prever que las áridas llanuras del norte de Chile volverán a llenarse de flores y colores. Cuando sucede, el hermoso Desierto Florido atrae a grandes cantidades de visitantes locales y extranjeros que llegan en primavera a admirar el fenómeno, que depende de la cantidad de agua que cae durante el invierno austral, que ya está en sus últimas semanas.
En el parque nacional Llanos de Challe, en la costa de la región de Atacama, la puerta de entrada al desierto más árido del mundo, el fenómeno ya se está dejando ver con la aparición de pequeños claveles y otras especies.»Está recién comenzando, nosotros esperamos que a partir de la segunda quincena de septiembre ya podamos tener una mayor floración», dice el guardaparques Jorge Godoy. Debido a la fragilidad del ecosistema, la zona suele estar protegida y no se puede circular por partes que no estén habilitadas, pero aún así es común ver que vehículos transitan por las laderas floridas. También existe la persistente amenaza de los traficantes de especies endémicas o de que los visitantes arranquen flores, que sobreviven muy poco fuera de su entorno. El jefe regional de la oficina nacional de turismo, Alejandro Martín, dijo que ya se están preparando para recibir a los turistas que quieren apreciar el fenómeno, pero que la convocatoria «no puede ir sin un llamado a que lo cuidemos».
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Opinión: Sequía en Chile: muchas causas, muchas soluciones (25/08/22)
Hace algunos días, en un diario de alcance nacional, se publicó un artículo titulado “Uso de aguas subterráneas en la RM ante sequía es 95% más barato que la desalación”. En la nota se afirmaba, entre otras cosas, que la inversión estimada para abastecer 20 m3/s con una desaladora hasta el sector de Las Vizcachas y utilizarla en el sistema de distribución de agua potable de la Región Metropolitana, sería de unos US$ 8.300 millones. Lo cierto es que, a ojos de cualquier conocedor del tema de la desalinización, tales cifras no cuadran por ningún lado y resultan algo exageradas, aun cuando se incluyeran en ellas los costos de una red de tuberías y sistemas de bombeo.
Pero más allá de lo llamativo del reportaje, y lo curioso de los números mencionados en algunos de sus párrafos, la sequía que nos afecta por más de una década tiene su origen en diversas causas, siendo las principales la falta de precipitaciones (sequía meteorológica), en especial en la zona central, y la disminución de las aguas superficiales y subterráneas (sequía hidrológica).
Lo anterior ha llevado, en los últimos años, a la autoridad a decretar emergencia agrícola en varias regiones y escasez hídrica en diferentes provincias. De hecho, algunas cifras indican que cerca de un 72% de la superficie nacional experimentaría algún grado de sequía. Y es que el problema de la falta de agua es mucho más complejo de lo que se piensa, pues no existe una sola solución o camino para enfrentarlo. Cuando hablamos de acciones para combatir la actual sequía, y alejar el fantasma del racionamiento que ronda en algunas comunas, no solo debemos pensar en un conjunto de medidas que son complementarias y no excluyentes –como contrariamente planteaba el artículo del referido diario, es decir, o las aguas subterráneas o las plantas desalinizadoras, pues también hay que considerar otras vías, siempre integradas y combinadas–.
Algunos ejemplos de esto último son el reúso de las aguas tratadas, los embalses y las campañas educativas que fomenten en la población el cuidado y uso eficiente del agua potable, soluciones que deben sumarse a las aguas subterráneas y las plantas desalinizadoras ya mencionadas.
De hecho, basta analizar el caso de Israel para observar cómo la combinación de desalinización de agua de mar, para incorporar nuevas fuentes de agua, y la reutilización previo tratamiento de las aguas residuales, genera un escenario eficiente y sustentable para la población, la industria y la agricultura. Mientras actuemos de manera coordinada y colaborativa como sociedad, sin excluir ninguna de las opciones antes expuestas, podremos asegurar el suministro del vital recurso hídrico en el tiempo. Y otro dato a considerar: debemos actuar con celeridad en esta materia, pues el cambio climático llegó para quedarse y ya estamos atrasados en nuestro desafío de ganar la batalla contra la sequía.
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Editorial: Solo la tierra puede ser dueña del agua (25/08/22)
Lo más probable es que no podamos pensar en un elemento inorgánico que se encuentre en tal abundancia y que, sin embargo, por nuestras diferencias culturales e intereses económicos, le otorguemos el estatus de “en disputa”. Las tres cuartas partes de nuestro planeta se componen de agua. Es un simple elemento, dos átomos de hidrógeno y uno de oxígeno, que podríamos pensarlo como inerte y estéril, ya que por sí mismo no nos provee de nada, pero que, sin embargo, como complemento y en interacción con otros sistemas físicos y bioquímicos (ecosistemas), se hace absolutamente vital e irremplazable, al punto en que sin su presencia sería imposible cualquier forma de vida. Esta cualidad de indivisibilidad orgánica y sistémica está dada por sus propiedades fisicoquímicas, incluido el ciclo al que se encuentra sometida, y que le entrega, además, la propiedad de poder autotransportarse (geográficamente). Todo esto determina que sea un elemento que no se puede concebir sin su estrecha interacción con la naturaleza y los otros ecosistemas que coadyuva. Sin ir más lejos, se me hace difícil pensar en alguno en que no intervenga. Como si fuera poco, su ciclo hidrológico es de vital importancia para mantener la estabilidad climática y atmosférica del planeta.
De esta misma manera espontánea y natural, es que la actividad agrícola utiliza el 70% del agua disponible para las actividades humanas. Es decir, que la actividad humana de mayor interacción con este elemento la utiliza en su mayoría consuntivamente para producir alimentos que a su vez necesitamos para subsistir. Es claro, entonces, de qué manera somos, los agricultores y nuestra actividad, parte de ese ciclo natural del agua. Pero este entendimiento de la actividad no tiene sentido si no concebimos al agua, en su conjunto y en estrecha interacción con la tierra, con la cual forma un ecosistema indivisible para el mundo vegetal, es decir como sustrato para sostenerlas y como laboratorio microbiológico para nutrirlas.
Es desde este punto de vista ecosistémico, que no se entiende ni se justifica que, en algún momento en nuestra historia reciente (tengo entendido que desde el año 81), y en el contexto de las tierras que poseen algún tipo de sistema estructurado de regadío, hayamos permitido una disociación jurídica de la propiedad del agua y la tierra, pasando a llevar todas las sabias y juiciosas normas que imperaban sobre su uso y costumbres, permitiendo que un agricultor de una zona de riego, pueda escriturar el agua como un bien disociado de la tierra, para venderlo individualmente. Desde nuestro punto de vista, una aberración. Esta situación le ha hecho muy mal a la agricultura chilena. Un agricultor, sea pequeño, mediano o grande, dueño de una porción de tierra, puede legítimamente ser propietario de los derechos de aprovechamiento proporcionales a la extensión de tierra que posee para hacerla producir. Sin embargo, pensamos que desde el momento en que la venda, debe ceder también los derechos de aprovechamiento correspondientes, porque en el fondo, no son suyos sino de la tierra que la posee. Desde este punto de vista, es que no tiene ningún sentido hablar de “propiedad del agua”. De hecho, los agricultores debemos perder totalmente el temor a desprivatizar el agua porque, desde el punto de vista de la gestión macro de las cuencas y micro de canales, se hará mucho más expedita su organización y gestión, y en consecuencia, su gobernanza.
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El agua: el valor de lo escaso. (24/08/22)

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